EL DUENDE Y DON RAMÓN



Una vez mientras Don Ramón dormía un duende jugaba dando saltos sobre él, saltó tanto que Don Ramón se despertó, le puso una enorme piedra, abrió su cofre para echarlo ahí.

Perdóname exclamó el duende, suéltame y te prometo que no volveré a saltar sobre usted e hizo reír tanto a Don Ramón que la idea de un animalillo tan insignificante como él, podría servirle de ayuda que levantó su maleta y lo dejó ir.

Poco tiempo después el duende cayó en una cueva, los compañeros querían llevárselo a sus padres, lo ataron a un árbol mientras sus padres llegaron.

En aquel momento pasó por allí Don Ramón viéndolo atado, les ordenó que los soltaran y le cortaron el lazo que lo sujetaba y desde allí fueron buenos amigos.